La decisión

 

La decisión

 

Mi trabajo de Ingeniero forestal me permite regenerar lo que otros humanos desprecian. La naturaleza.

Sentado al lado de un arroyo que discurre cerca de la que era la finca de mi abuelo, ampliada por mi padre, unos  jabalíes se acercan tan solo lo necesario para comerse las lechugas que siempre dejo un poco alejadas. Les asusta mí presencia. Disfruto.

No era feliz, deseaba alejarme a una vida más placentera y libre y así se lo expuse en reiteradas ocasiones  a mis padres.

Era una ciudad caótica, tráfico densísimo, escabroso, agobiante. Cabreante como decía el padre de mi amigo. Antes de llegar a su trabajo, una inmobiliaria, nos acercaba a la puerta del instituto donde compartía clase con su hijo.

Un día a la hora de la comida  pensé en exponer de nuevo mis expectaciones con respecto al futuro que deseaba.  Mis inquietudes iban encaminadas a todo lo relacionado con la ecología y el medio ambiente.

Mi padre, un hombre siempre ocupado, si no en su trabajo, realizando cualquier tarea en casa propia o ajena. Practicaba la seriedad como le decía mi madre. Esta, era una mujer guapa, unos rizos en su pelo moreno que llamaban la atención por la elegancia y gracia con que los lucia. Ojos azulados y expresivos que enamoraban.  Alta para su generación, ama de casa, pero amante de lo que hacía en pos, bien y felicidad de su familia.

Siempre atenta. Decía que mi padre era en el fondo un bonachon. Le insistía constantemente en ir peinado e inmaculadamente  vestido. Eres atractivo, unos ojos vivos, ese bigote rectilíneo y  vas siempre afeitado a la perfección. Lúcete.  

Cuando llegue a casa y entre en mi habitación vi a mi progenitor subido a una escalera pintando. 

 Que haces papá?

Reparando el desconchón que hiciste en la pared y ya aprovechando cambiar al color que un día te oí decir que te gustaba.

Papá era un miniesconchon, no hacía falta.

- Ya sabes a pequeños males grandes remedios.

-Papa es al revés

- No hijo, tu abuelo me lo enseño así.

Y hablando del abuelo esta noche después de cenar hablaremos de su herencia.

-Mi padre tenía un gran poder de persuasión. Su tono de voz era amable pero enérgico. Imposible discutirle cuando nos deseaba comunicar algo.

 Al término de la misma ya acomodados en el sillón del comedor, con una luz tenue que   alumbraba   directamente la mesilla donde reposaba la foto en blanco y negro de mis abuelos, nos dispusimos   expectantes a escuchar.

 -Ya sabéis como era el abuelo, un asceta. Herede lo mejor de él.

 - Os voy a proponer algo. Y lo discutimos.

-Su herencia es una granja con varias hectáreas, pero no está precisamente para entrar a vivir.

.-¿Familia que os parece si la arreglamos y nos trasladamos allí?. 

- Mis sueños cumplidos, pensé al instante.

-Yo realizaré el trabajo de la oficina desde casa.

-En la granja seremos autosuficientes con un pequeño esfuerzo de todos, una vida totalmente natural, cultivaremos nuestros propios productos diversos y ecológicos.

Y decidimos todos por unanimidad hacer una vida campera, apacible y campesina.

Y nos trasladamos

La granja casi perfecta. Únicamente le hacían falta pequeños arreglos, por la no conservación desde la muerte de mi abuelo.

Pero mi padre decidió darle “pequeños toques” que se convirtieron en “grandes obras”.

Un jardín para soñar y disfrutar del mismo, plagado de rosales de distintas tonalidades. Jazmines coloreados. Geranios y trepadores en las vallas que eran la admiración de los vecinos por su color y olor.

Mi padre nos lo repetía como para querer convencernos:. “A pequeños males grandes remedios”.

En la finca los arboles frutales nos acariciaban la piel y nos ennoblecían la vista con los diversos colores de sus flores en primavera.

Y comenzamos a cultivar las más diversas frutas y hortalizas.

-Papa es tierra de jabalíes nos dejaran sin frutos ni verduras.

 - Nada hijo, eso son pequeños males.  

 -Los humanos hemos invadido y destruido todo su hábitat. Deberíamos aprender a convivir   con ellos, esto era suyo antes de llegar nosotros.

 La excavadora, en poco más de un día tenia la zanja perimetral concluida. La valla cerró   completamente la finca en menos de una semana.

- Y acotaremos también un gran espacio para los jabalíes. En el irán todas las hortalizas que no sean servibles para comer. Hay lugar para todos.

Ya sabes hijo “A pequeños males grandes remedios”

Manu & Willy

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