Lagrimas contenidas

 

Lagrimas contenidas

A Manuel, desde hace años intermitentemente le asaltan los mismos recuerdos, las noches son insomnes en su habitación rústicamente amueblada

Su herida seguía supurando dolor.

Un encuentro inesperado. Fue todo lo que sucedió antes de comenzar algo increíblemente bello entre los dos. -Soñó despierto que ella estaría eternamente a su lado.

Nunca dejó de quererla, su amor y la huella en su corazón serian perpetuos. Imposible de tachar.

Jamás saboreó de una forma tan exaltada y a veces cruel como era el amor, hasta que ella, Mari Jose, se atravesó en su camino invertebrado.

 Cuando el día comienza a enmarañarse con la noche, el se  confunde.

  Su corazón comienza de nuevo a latir desaforadamente como aquel día que la vio alejarse   con la   esperanza baldía de volver a encontrarla de nuevo.

  Y volvieron los recuerdos

Un día cualquiera con una sonrisa placentera saludó a este. Creyó que el mismo sería para soñar, pero fue para sufrir.

El lago reflejaba unos colores anaranjados. El sol con su luz destellante y capaz  deseaba con esfuerzo baldío traspasarlos. Mientras, ella se despedía con tristeza acumulada.

Por la desangelada conversación que mantuvieron durante unos minutos, el evidenció que serian los últimos, del ya consabido adiós eterno. Y lo fueron.

Observó desconsolado que la barca suave y pausadamente se iba alejando de la orilla despellejada y resbalaba hacia un destino incierto.

Y la misma siguió deslizándose lago adentro, dibujando una estela  blanca de espuma al cortar las aguas tranquilas y despeluznantes. Las mismas iban marcando un vestigio triste, espurio.

Y siguió con la mirada, el bote ya en la lejanía, casi inapreciable su contorno.

Creyó con esperanza vana intuir en el semblante de su amor su último adiós. Pero era solo un rostro henchido de tristeza.

No volvió su mirada como él hubiera deseado. Los inolvidables ojos azulados pensó estarían clavados en el benigno y azulino firmamento. Derramando eternas lagrimas de inofensivo sabor.

¿Falsa intuición, de un semblante desaforado. De un hombre enamorado?.

A lo lejos, observó ya al bote alejarse e ir formando tras de sí una huella, un camino blanco, que se llevaba su dolor, dejando en él una profunda huella. 

 Y él se deshizo con desgana contenida de la bufanda que cubría su cara adornada de congoja, abatimiento y desolación.

Y antes de alejarse volvió la vista por última vez al lago. Ya,  desosegado, sin esperanzas”.

Tuvo la intuición certera que nunca más volvería a verla.

 

Manu & Willy