Mi noche mágica de las bolas del " guá"..........y de mi "queca"

 

MI NOCHE MÁGICA DE LAS BOLAS DEL “GUÁ” …….…… Y DE MI “QUECA”

 

El viento se llevó los años, como al globo que se mecía en el horizonte, hacia un destino incierto, a veces cruel, otras vil…….… aquellos años añorados, perdidos y ya tan lejanos; me reía “asustado” esa noche completamente lleno de miedos, y no entendía nada, si por el balcón, que por la ventana, que si en camellos, que venían  de Oriente; ¿y qué era Oriente? me preguntaba en mi infinita ignorancia de crio con “flequillo a lo “tazón”; así le decía mi padre al peluquero.

-Son cinco pesetas o sea que apura niño; a lo “tazón”.

Mi respuesta: unas lágrimas, que nunca llegaban donde deberían; las “volvía” antes casi que sucumbieran a su destino; me imaginaba la replica de mi padre si las hubiese imaginado.

¡Más a lo “tazón”  chico, apura, que son cinco pesetas!.

   Así eran aquellos años bellos, de pantalones cortos, inocencia crecida y baños en la alberca, en los que debía estar uno guapo, elegante y bien  pelao; Siempre antes de la noche mágica de Reyes, de esa noche a la que esperaba durante todo un año, con los bolsillos vacíos, para meter mis bolas, y herirme las rodillas, jugando “al guá las que llegaban puntuales y una gran caja de cartón debajo de mi cama, para esconder los regalos, unos regalos que esperaba, pero que nunca llegaron; un scalextric y algo más, que mi añoranza de niño con flequillo, año tras año, soñando y mirando al cielo, le pedía a Melchor…………el negro no me gustaba.

   Y las bolas, canicas,  de jugar al “guá” duraban un año y el camión y balón, también, para estos, tenía yo la caja debajo de mi cama.

-Reyecitos Magos ¿me traeréis este año mis coches eléctricos y lo otro?, voy a ser bueno...............y así esperando me vistieron con pantalones largos…………..…y me hice mayor……………… y mis coches teledirigidos y lo otro  se esfumaron con el viento de los sueños que acariciaban continuamente mi mente de niño lleno de alegrías y  a veces de lágrimas también, y pasó el tiempo y ya nunca más me pelaron a “tazón”.

   Y mi alegría desbordante todavía, exhibiendo legañas, se tornaba alguna vez en un llanto efímero, con mocos de niño incluidos, por los nervios “imbuidos” estos, en las débiles piernas a las que hacían tropezar, y dar con mi “flequillo de tazón” en el frio mármol de las escaleras que nos conducía, a la “habitación de las alegrías” de la planta baja, de la casa de mi abuela, donde “reposaban” media noche, nunca la noche entera, esos zapatos con calcetines incluidos que alguna vez mirábamos con desconsolación, porque al intentar ver los regalos de los Reyes, los calcetines “emanaban” solo polvo negro; era carbón; y además del bueno parecía; estaba dulce nos hacía entender el “chupetito” de la casa, sacando después la lengua del calcetín llena de negro.

Nosotros nunca entendíamos el porqué del carbón, bueno, que conste, mirándonos entre sollozos y llantos inoportunos, pues habíamos sido unos niños modelos durante todo el año, les explicábamos con palabras y ojos “lloreros” de niños a nuestros “pijameros” padres.

   Y las estrellas juveniles, llenas de trazos de dulzura, se miraban y se retiraban por la esquina de al lado, buscando todavía la noche restante por ellas preferida, que nosotros parvularios infantiles, les habíamos robado, con inocencia de niños, con nuestro llanto alegre, en nuestra anual noche mágica, ellas sabían que nunca podrían retirarse a su tesoro mañanero si seguian al lado de la ventana de la casa de mi abuela, cuando el día las citase.

Y los Reyes Magos entraban por mi ventana preferida y nunca se olvidaron de mi balón y un camión.

   Y yo quería un scalextric y una “queqa”, pero está ultima siempre estaba en los pequeños zapatos de mi hermana mayor.

   Y mi padre dentro de su “alegría contenida” al calor todavía somnoliento de su cama sonora de muelles y borra, escuchaba y decía:

- ¡el balón para los machotes, y la “queca” para las niñas¡.

   No sabía qué hacer con mi llanto fortuito en ese día de reyes, con mi balón y mi camión; a las pocas horas “yacían” todos en mi caja de cartón, debajo de mi cama, esperando mejores tiempos, menos las bolas del “gua” con las que al momento ya estaba jugando con ellas  a los “santos “con mis amigos.

La “queqa”, de mi hermana reposaba a la siguiente noche en su mesilla……….con los labios de un horrible color pintados.

Y la “queca” amanecía a la mañana siguiente, debajo de mis brazos, “intercambiada” por el balón y por el camión.

   Y mi hermana se ponía furiosa, y camión y balón, terminaban yendo a “tropezar” contra mi flequillo de “tazón”.

   Joder ¡este niño es maricón!, entre ironia e incredulidad, “reía” mi padre al despertar y verme tan feliz abrazado a mi amada y siempre añorada por Reyes, “queca”.

Y así, transcurrieron los años y yo tan feliz, con mis intercambios”de quecas”, por balones y camiones y mi padre dudando constantemente de mi masculinidad en su interior, pero siempre imponiéndose su buen criterio de:

    Los balones para los machotes y las “quecas” para las niñas.

Y pasaron los años como el viento lo hace, sin detenerse; a veces felices, otros inoportunos, los más risueños, a veces crueles y así seguí queriendo, soñando y riendo………..con mi “queca” de pantalones cortos y sonrisa color arena rosácea. 

   Willy a mimir.

   Y Willy como todas las noches de Reyes, cada año planta sus “patazas” en la mesilla de mi dormitorio donde reposan ya hace tiempos inmemoriales, con “algunas legañas” alguna de ellas muchas de mis adorables “quecas”.

Me muerde una “quequa”  y me la suelta al lado de la almohada.

 


   

Y a mi lado con mi “queca” me duermo con una sonrisa en los labios de un niño de pantalones cortos; y soy feliz, muy feliz.

   Al, momento, me sobresalto con un “ronroneo” cerca de mí; enciendo la luz; Willy está mordiendo una “queca”, con cara feliz.

 

 

¡Willyyyyyyyyy!

-“También yo tengo derecho”, creo entenderle

-Venga a mimir………….apago la luz; sigue el “ronroneo”

-Voy adoptar una perrica; jo.

-Willy, a mimirrrrrrr………….que es noche mágica, noche de Reyes, noche de “quecas”.

   Que mañana; como todos los años, por la noche de Reyes, esta noche mágica, de la que todavía no he “querido despertar”, hemos de madrugar e ir donde los abuelos a por mí “queca” de todos los años, que como siempre estará encima de mis calcetines olorosos y mis pequeños zapatos.

    Y yo con mi “queca” abrazado, me duermo al lado de todas ellas.

Y, creo que ya tengo treinta y cuatro “quecas” encima mi mesilla…………..pero ninguna con los labios pintados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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