Y comprendi.............

              

Sueños, ilusión, realidad, inventiva, risas, juegos, inocencia.

Cuando somos niños, cuantos vivencias infantiles nos "marcan" para el futuro, soñamos con ser mayores, nos sonrojamos por todo, y nuestra risa y pensamientos son sinceros, amigos volátiles y un  futuro por llegar, sin prisas, escuchamos, y  sin comprender, seguimos viviendo, creciendo y todo nos parece inocente, miradas perdidas, almas blancas. Y crecemos con los recuerdos recientes y el mundo a nuestros pies y una vida por vivir........ y una vida por pasar.  

 

Y COMPRENDÍ …… 

 

Qué cansados estamos de escuchar que,  todas las respuestas, se encuentran en nosotros mismos;  qué empecinados en buscarlas fuera y desoír nuestro propio fuero interno y, qué gran equivocación, al no buscar los verdaderos valores de la vida y respetarlos!

No dejo de cuestionarme cómo es posible que, lo que ha costado millones de años en florecer, vaya a desparecer en tan breve espacio de tiempo y,  precisamente,  por el ser más “superior” en toda la escala evolutiva.

 Nuestra flora y fauna, así como nuestro medio ambiente,  nada menos que en peligro de extinción. ¿En qué punto nuestros neurotransmisores y sinapsis erraron; En qué punto la corrupción se adueñó de nuestra voluntad e intenciones;  En qué momento desapareció la vacuna para la cura de tanto mal en el mundo? Animales maltratados y extintos,  bosques destruidos,  el mar diezmado,  nuestra atmósfera contaminada, guerras absurdas.  La  “sinrazón”  y cada vez con más fuerza se ha instalado en nosotros y,  parece ser, que nadie está dispuesto a abrirle la puerta de salida. 

Creedme,  si os digo,  que no somos superiores a nada ni  nadie,  y que nos encontramos muy lejos de llamarnos “racionales”; ni con lo que nos rodea y,  ni tan siquiera, con los de nuestra propia especie. La violencia, el maltrato, la degeneración,  la destrucción gratuita, la pérdida de Valores, sean cuales fueren, parecen haber tomado las riendas del poder sin dejar opción a lo que,  sin duda,  sería la salvación de nuestro Planeta, un día llamado Azul,  el Sentido Común. 

Lo que voy a relatar a continuación,  ocurrió ya hace años,  cuando era todavía una escolar de Primaria.  No recuerdo mi edad;  tan sólo,  ese gran momento, que tanto bien me hizo. Creo que fue la mejor clase de Biología jamás recibida. 

En un Colegio cualquiera de Madrid,   estudiaba mi fase de Primaria.  No me gustaba mucho el Colegio pero, como todos sabréis y por aquél entonces,  era de obligación.  

Se acercaba la hora del recreo y, como todos los niños,  estaba impaciente por salir………a que me diese el aire; Por fin,  sonó el timbre que anunciaba la  tan, ansiada  hora. 

Una vez, en aquel jardín, me di un paseo por alrededor. Me detuve un momento,  y me senté en el pequeño banco que allí continuamente “residía”, para embelesarme con las plantas; me quede mirando una hiedra.   De repente,  algo chocó contra mi cara con cierta fuerza.   Me asusté e intenté ahuyentar aquello,  porque lo que fuera que fuese,  volaba.

Sin embargo,  contra toda expectativa,   aquello se había posado en mi brazo.  Miré y se trataba de una abeja.  Me quedé inmóvil, si la enfadaba  recibiría la consiguiente picadura; opte por dejarla estar.  

Las dos nos quedamos paralizadas;  pienso, que por el mismo motivo.   Ella asustada de mí y viceversa.   Pasaron unos segundos,  y el insecto pareció acomodarse en mi brazo.

Lentamente,  subí el brazo para observarla cuando,  de repente,  me encontré con su mirada; ella y yo; cara a cara.

Éramos seres tan diferentes; la abeja, tan pequeña y yo, tan grande.  En esos largos e interminables segundos que transcurrieron,  me transmitió tantas, y tan grandes y bellas cosas,  entre las que se encontraba un amor infinito y respeto por aquel ser que, estoy segura,  era consciente de alguna forma de nuestra conexión.    

No sé explicar la razón, era muy pequeña todavía, no entendía muchas cosas, pero, si puedo asegurar que se produjo un “intercambio” de sensaciones increíbles.  Sensaciones y sentimientos que, a posteriori,  me harían tanto bien como ser humano. 

Con los años he comprendido la grandeza de la vida y que hay perfecto entendimiento entre todas sus formas; “comprendí” en esos momentos que el respeto y el amor,  son dos valores “sine qua non “; y que era posible su milagro;  comprendí que del átomo se forman las moléculas y éstas, a su vez, conforman los objetos y la misma vida! Así pues   comprendí que,  el ser humano,  sólo es un eslabón más de esa cadena evolutiva y que todos somos complementarios;  comprendí que la VIDA,   es el valor más grande que poseemos. 

Respetémosla en Todas sus formas y condiciones y,  quizá,   y sólo quizá,  lleguemos a entender la razón de nuestra propia existencia.  

Y pasaron los años.

Y la abeja, ese ser tan diminuto en físico pero tan sabio en su mirada, me enseño a comprender y a tolerar desde el primer, momento y con su contemplación, muchas y más cosas que fueron moldeando mi vida hasta convertirla desde aquel primer momento  en una persona respetuosa con todos los seres sintientes.

 Y  a partir de aquel instante cada abeja que se posa en mi brazo parece ser, aquella primera que, siendo aún niña marco mi vida cuando aún estaba empezando a despertar a la misma

Aurora.